miércoles, 24 de abril de 2013

Duelo de egos


Yo sé que todo se basa en una necesidad napoleónica de realizarte en los corazones colgantes de las muchachas en florescencias. Yo sé que todo es el dictamen de un dictador diminuto y perecedero en búsqueda de la eternidad y la destrucción a la par lo que te empuja a este sembrado y barrido de promesas en jeroglíficos. Veo las flores tiritando con tus esquivos besos y tus provocaciones a punto de caer como espada de Damocles sobre este retrato nuestro. Sabes que soy una paranoica y que me gusta anticiparme al dolor y que tarde o temprano me alejaré por el dictado de sombras de mi ego y lo haré en el momento en el que más te duela. Sabes que tenemos una edad y un sin fin de posibilidades se nos abren a cada paso en el horizonte. Un pequeño complejo de mesías aún grita en nuestro dolor ciego, el imperativo de un eco de antaño suena a marcha imperial, contemplas todo el esplendor de los corazones expectantes y me dices innumerables ambivalencias que me llegan como una bofetada a mi intelecto.
Huyo a veces de este desierto que nos envuelve, el aire quema cuando nos mecemos en las polaridades del querer, lanzas un azote añil al viento y me regresas a mi triste puesto de emperatriz. Me dices que el futuro tiene mi nombre y te digo que no me lo creo. Me quedo un poco más para aprender de ti pero no te confíes nunca de mi, tengo un Atila en el corazón.

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